Para festejar que había logrado aprobar la última asignatura de la carrera de Medicina me reuní con los compañeros de la guardia hospitalaria, era a mediados de 1960 y decidimos reunirnos en un local del centro para jugar al billar y luego cenar.
Aproveché la ocasión para invitar a mi padre a compartir esta salida.
Una vez en el local, elegimos la mesa, unos tacos y comenzamos a jugar. Uno de mis compañeros instó a mi padre para que eligiera un taco. Aceptó con poco entusiasmo. Cuando llegó su turno, pifió. Repitió el tiro y pifió otra vez. Nuevo intento y nueva pifiada. Entonces nos dijo: "Jugad vosotros... hace tanto tiempo que…" y dejó la frase en suspense, mientras dejaba el taco apoyado dentro de un soporte que había en la pared.
Al colocarlo en aquel mueble, observé que estaba incompleto: no tenía punta. Lo cambiamos por otro y nuevamente lo invitamos a integrarse. Todos habíamos conseguido ya alguna carambola.
Nuevamente llegó su turno y nuevamente otra pifiada. Pero alguien dijo: "Inténtelo otra vez". Lo hizo y consiguió hacer tres carambolas. Alivio y alegría por parte de todos. Cuando llegó nuevamente su turno repitió en voz baja: "Es que hace tanto tiempo…", y consiguió dos carambolas más. Parecía que le iba cogiendo el gustillo.